miércoles, 10 de diciembre de 2008

El sombrero cuadrado II

Ya en casa no pude evitar sentirlo. Era algo extraño... algo fuera de lo normal. No sabría muy bien como definirlo, pero ahí estaba.
Me fui a mirar al espejo. Nada extraño. Me desnude y volví a mirar. Todo seguía igual.

Al volver al salón y sentarme en el sofa me sentí observado. Mi Dieffenbachia dirigía la vista hacia mí de forma rara. La había regado, estaba seguro.

-Estúpido- dijo mirándome.
No supe muy bien por qué lo decía.
-Estúpido- repitió, haciéndome burla.
Me levanté, y dirigiéndome hacia ella lo cogí y me lo puse. No volvió a abrir la boca.

Preparé la cena, spaghetti a la carbonara. Una receta antigua de la abuela de un amigo de no sé quién. Me terminé la ración y con el pan recogí toda la salsa que quedaba en el plato.
Y me di cuenta. Era verde, simplemente, verde.

jueves, 20 de noviembre de 2008

El sombrero cuadrado I

Pensando en si debería o no, al final acabé en la tienda. Tenía un olor un tanto peculiar, como a sardinas o anchoas, no lo sé bien. Pero allí estaba.
Me dirigí al mostrador para hablar con el dependiente, pero sin siquiera abrir la boca comenzó a hablar.
- El verde le iría mejor, no hay duda- dijo.

No sabía donde mirar ni que decir.

- El rojo ya no se lleva, y sinceramente, no le veo con el amarillo. El verde estará bien.

El aguila de la pared clavó su mirada en mí, y alzando el vuelo se posó en mi hombro izquierdo. Un animal grande y majestuoso, más viejo que joven, y con el pico quebrado hacia la mitad. Abrió la boca, y susurrando me aconsejó que me llevara el verde, que el viejo sabía lo que hacía.

En la cafetería abrí la bolsa, lo saqué y lo puse sobre la mesa. Y me quede mirándolo. La camarera, una chica joven entrada en carnes, se acercó y preguntó qué deseaba tomar. Pedí un Cutty Sark con un par de hielos.
Y lo seguí mirando, sin saber muy bien cómo había acabado con él y si de verdad le daría uso.

jueves, 30 de octubre de 2008

No-tan-Microcuentos

- ¿De verdad crees que podremos?-. No contestó; giró la cara mirando la puesta de sol.
- No sé donde ves el problema. Tiene fácil solución- sonrió.
- No te sigo.
- No hace falta, lo tienes delante de tus narices.


Sonriendo sirvió dos tazas de café, un bollo y el bocata especial que Él había pedido. Puede que no se diese cuenta, pero lo único especial del bocata es que sólo sabía hacerlo quien lo servía.
Antes de pagar, revisó la portada del periódico. Y entoncés lo vio claro, y le pareció bien.


- Sigo sin saber cómo.
- Pronto lo verás.


El destello surgió de la nada.

viernes, 24 de octubre de 2008

Microcuentos

- ¿Por qué me miras así?

- ¿Tiene algo de malo?

- Puede que sí.

- Entonces está bien.

viernes, 10 de octubre de 2008

Microcuentos

Al despertarse miró a la pared.
Color amarillo oscuro.

Y no pasó nada.

martes, 16 de septiembre de 2008

Edda poética - Grímnismál, estrofas 19 y 20.

Huginn ok Muninn

fljúga hverjan dag

Jörmungrund yfir;

óumk ek of Hugin,

at hann aftr né komi-t,

þó sjámk meir of Munin.



Hugin y Munin

vuelan todos los días

alrededor del mundo;

temo menos por Hugin,

que no regrese,

aún más temo por Munin.